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M. sentado en la acera del hecho un día de primavera. |
El caso es que yo ya estaba de vuelta. Aparqué, me bajé, abrí el maletero para sacar las bolsas y cogí lo que en teoría iba a ser el primer viaje: la caja de leche y una bolsa llena de víveres (sobra decir que fue el último). De esta guisa, con cada uno de los bultos debajo de mis respectivos brazos, enfilé los escasos tres metros que separan el coche de la verja del jardín. Entre éste y ésa, tan solo hay una mínima acera que era inofensiva hasta el jueves pasado. El caso es que no sé qué hice, no sé qué pasó, no sé nada de nada más que de pronto me vi volando hacia el suelo con las dos manos ocupadas y sin opción de recuperar el equilibrio. Di con la cabeza en la verja y con la rodilla y el codo en la acera. Todo pasó muy deprisa, tan deprisa que nadie vino en mi auxilio aunque la puerta de la casa estaba abierta y sus dos ocupantes habían visto pasar mi bólido hacía un minuto. El padre de M. dice que, al no verme aparecer, pensó que todavía estaba cerrando el coche, sobre todo al escuchar el ensordecedor estruendo que reverberó en toda la urbanización al chocar mi cabezota contra la verja de hierro: ¡pensó que el ruido había sido la puerta del maletero cerrada con mucha fuerza! Tal fue el mamporrazo que me metí. Total, que desolada y con la rodilla y el orgullo heridos, tuve que pedir auxilio. Y salieron padre e hijo corriendo a socorrerme.
Bien.
Esta escena de comprensión ante el dolor materno no se ha vuelto a repetir, pues desde la mañana siguiente a la tarde de los hechos, cada vez que salimos por la puerta del jardín dice lo mismo, pero con un sutil cambio: se para en medio de la acera, separa ligeramente las piernas y agacha, también ligeramente, el culo y a continuación señala el lugar de la hostia. Tras apuntar con el dedo la zona y verbalizar lo que pasó (lo de mamá pupa), cierra su pequeño puño y se da minipuñetazos en la rodilla derecha como si le hiciera mucha gracia. Tanta gracia le hace que echa la cabeza hacia atrás, arruga la nariz y emite esa risa de estar muriéndose de risa que suena como a ji ji ji ji. Sí, con separación entre las risitas y entonado muy bajito. De esto hace una semana y todavía sigue con la coña. El refrán se queda corto. Me parece a mí, vamos.
¡Me encanta M, le preguntaré por el tema cuando le vea! jejeej 😉
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¡La acera esa es criminal! Es la misma en la que yo me hice un esguince una noche vieja, con muletas toda la noche…
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jajajaja!!! este M… es que me imagino las poses y me parto!!!! (incluso con la caída!!!! por lo menos se compadeció en el primer momento… jajajajaja)
Un besazo 🙂
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la leche tb fue de risa..de llorar de risa, vamos…y de dolorrr! todavía tengo la rodilla loca..jaja besos nena!
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es que no es para menos, Leti!! hay que reírseee!! un besote!
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jajajajaj hubiera estado bieen!! solidaridad maternal! un beso!
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jajajajaj ríete ríete…soy el hazmereír de mi casa..un besito!!y te digo lo mismo, ándate con ojo que esa suerte de que nadie te viera no la vuelves a tener!
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Jajajajajajaja! A mí me pasó algo parecido en un parque infantil y tampoco hubieron testigos, jajajajaja!
Mu bueno! (siento el hostión, pero nos ha sacao unas risas mujé)
Muas!
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Ay madre como lo cuentas da la risa, pero que leche te tuviste que meter jajaja
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Jajajajjaj que bueno. A mi me pasó levantando el carrito de B. tres escalones para subir a casa de mis padres. Ese día el cochecito pesaba mucho y mis rodillas no aguantaron y pegue un porrazo. Lo bueno que un señor vio parte de la escena y vino a mi socorro, Señora, señora, se ha caído. Yo que ya me había levantado toda digna le digo YOOOO??? caerme??? NOOOOO !!! El señor no se si pensó que yo era idiota o que el no sabia realmente si me había caido. Me dió un ataque de risa tal que B y yo llegamos descojonados a casa de los abuelos.
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¡Aquí otra que descansa de la familia en los pasillos de Mercadona! Y justo a la salida, este sábado, iba yo empujando mi carrito de la compra como cualquier maruja, pero con unos zapatos de cuña resbaladiza, cuando una bolsa que arrastraba el aire se me quedó entre los pies y no volqué porque iba apoyada en el carrito, porque de lo contrario hubiera estado en disposición de escribir la segunda parte de este post tuyo.
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Eyyy Anjana!! qué alegría!! no sabes qué alegría cuando nos mencionabais!! 🙂 ya no estás ahí? pronto os cuento lo del trabajo que ha sido un cúmulo de suertes! un beso, voy a investigar si tienes blog…;)
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Me encanta tu divertida forma de narrar cada post. Le pones alegría e ironía a cada acontecimiento que te pasa, por trivial que sea. Enhorabuena por la incorporación al mundo laboral, ya nos contarás de qué se trata (primero tu, luego Madi… ¡cuánto me alegro!) (Por cierto, yo era la que os tuiteaba y retuiteaba desde Para Torpes 😉
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