La momia Pinterest

En esos días tan necesarios de lluvia, cuando las horas se estiran hasta el infinito y el momento de ir a bañarles parece que nunca va a llegar, en esos días (si es que se aspira a mantener la cordura y a las dos criaturas enteras, sin que se coman entre ellas) hay que sacar del letargo hasta el último recurso lúdico del que se buenamente se disponga. Rebuscad, madres y padres, rebuscad, que fijo que en esa hora tormentosa se os ilumina la bombilla de pronto y se os aparecerá representada ante los ojos una de esas ideas maravillosa que un día visteis de pasada en el Facebook. La visteis ahí, tan Pinterest, tan molona, tan guay la ocurrencia y dijisteis, asintiendo: «joe qué buena idea«. Y luego, nada, a los dos o tres minutos, al pensar en lo que os iba a hacer falta para llevarla a cabo, en el tiempo que ibais a tardar en montarla, en las peleas que iban a surgir por ver quién la usaba primero, el espacio que os iba a ocupar… dijisteis «bueno, ya si eso otro día» y, día tras días, al final dejasteis que la idea  cayera en el olvido.

IMG_3920

Semimomia con columpio al fondo

Bien. Pues en esos días de lluvia eternos, cuando ya habéis salido bien pertrechados a pisar charcos, cuando ya se ha merendado, hecho un bizcocho, recogido la cocina, visto Ratatouille, construido una torre y aun así falta todavía un rato para ir a bañar (es lo que tiene el cambio de hora este), hay que rescatar a estas pobres ideas desterradas, sacarlas a la palestra y buscar la forma de ponerlas en práctica sin que la casa parezca un Bricomanía.

En nuestro caso concreto, yo una vez vi un columpio hecho con un fular tejido. Para dentro de casa, digo. Oye, dicho y hecho. Busqué el fular, le agradecí los servicios prestados como porteaniños y le desee suerte en su nueva vida, analicé la escalera, practiqué un par de veces un nudo que pareciera resistente… y voilà, les planté un columpio anclado en la escalera que paqué. Gritos de emoción, ojos abiertos como platos, minipuntos para mí, la promesa de un rato eterno viendo cómo se columpiaban alegres bajo la escalera, tiempo para sentarme, por dios, cinco minutos. Todo eso significaba el columpio para mi mientras lo montaba. Hicimos fotos, les columpié, nos reímos y me fui alejando. Optimista, dejé ahí al mayor volando como un mirlo, y lo que tardé en salir de su campo de visión fue lo que tardó en llamarme. Quince minutos, eso fue lo que tardó el columpio en pasar de ser novedoso a estar más visto que el TBO.

Rendida, agotada, desesperada, en encefalograma plano llegué, les miré y me tiré al suelo bocarriba. Lejos de acojonarse, asistí sorprendida, con el columpio balanceándose vacío sobre mi cabeza, al maravilloso espectáculo de ver a los dos pollos trepando sobre mí descojonados de la risa. Yo inmóvil, claro, y fueron pasando un, dos, tres, cuatro, cinco, seis minutos y seguían pasándoselo pipa, gateando de un lado a otro de mi cuerpo tan campantes, venga a subir y a bajar y a tirarse de cabeza, y a esperarse el uno al otro… y yo ahí, en la postura de la momia, porque se ve que por puro instinto una se  protege las zonas sensibles. Pasamos así la media hora crítica que nos faltaba por completar de aquella lluviosa tarde, y me dije: «esto lo tengo que contar, que se sepa que de un momento de desesperación total en el que te tiras al suelo, puede salir la idea Pinterest que te solucione la tarde»

Ahora, eso sí, no hay valiente capaz de quitar de ahí el columpio. Nos subimos un rato cada día, asegurando M. que es sin duda el elemento más molón de toda la casa 🙂

Anuncio publicitario

2 comentarios en “La momia Pinterest

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s