Salir a la fresca, hoy, era una utopía. Pero hemos salido.
Con los niños ya bañados y cenados, y mientras se llenaban los pies de roña otra vez, mi hermana y yo nos hemos sentado un ratito a vigilar como guardianas entre el centeno, como llamo yo a sentarme a una distancia prudencial sin interferir para na-da en lo que tengan a bien hacer. Bueno, si se caen salgo al rescate 🙂
Vigilar entre el centeno con mi hermana es algo maravilloso: igual estamos en silencio, que nos enseñamos ropas, que nos ponemos tristes, o filosóficas, o intensas o eufóricas… da igual, todo fluye.
Y en estos tiempos, la verdad, es que tener alguien con quien fluir… es un tesoro ❤️