Hay un aprendizaje relacionado con la crianza de fierecillas que he adquirido hace relativamente poco tiempo: reconocer el momento oportuno para callarme y dejar que salga el sol por donde quiera.
Cuesta, porque se tiene casi todo el día como la presión de educar, acompañar, reconducir, explicar, ofrecer… una locura. Pero a mí me pasa, no sé si a alguien más, que a veces llega un momento en el que me veo avasallada por las energías atómicas de los dos hijos, tan explosivos para todo, que me digo: mira, mejor me voy a callar, y ya cuando ellos también se callen, vemos qué pasa.
Laissez faire, que nos decían en clase de Historia. Si es que a mí siempre me ha encantado esa asignatura, debe ser algo del destino que luego le haya encontrado aplicación práctica en el mundo infantil 😂