En mi casa, se multiplican los zapatos.
Los infantiles, digo. Para mí que Laniña los esconde en sus sitios secretos, igual que los perrillos esconden sus huesos, y los va sacando cuando ella lo considera oportuno. Este momento puede ser inesperado, es decir, no hace falta que vayamos a salir a la calle para que saque uno de sus pares preferidos; igual los necesita para comerse el melón de la merienda, o resulta que son fundamentales para tender la lavadora que nos disponemos a tender entre los cuatro.
Tiene lo bueno de que no discrimina ni por color ni por talla, con lo cual lo único que importa es que en ese momento le caigan en gracia y estén al alcance su mano en el preciso momento en el que ella los necesite.
Estos de la foto, sin mal no recuerdo, estaban guardados en el fondo del armario desde Reyes, a la espera de que su pie del 19 creciera hasta el 23. ¿Cómo han aparecido abajo, impolutos, tapando sus piececillos de verano?
La respuesta solo ella la conoce, igual nos lo cuenta cuando sepa decir algo más que ¡tatos! cuando le preguntamos de dónde han salido ❤️
Mira, esa suerte q tienes… en mi casa desaparecen…sobre todo las zapatillas, no hay manera de que lleven puestas las zapatillas por casa, ¡siempre descalzos! y al cabo de cierto tiempo, se levanta el sofá o se ordena el armario y aparecen….
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