Los cumples de los hijos pequeños son como el mundo al revés: ellos no se enteran de nada, y los padres y madres nos tiramos todo el día nerviosos y emocionados. Hoy L. ha cumplido dos años, dos años que han pasado a toda velocidad, cerca la una de la otra cada hora de cada día.
Cuando estaba embarazada de ella, estuvo mucho tiempo sin nombre; hasta que un día tuve una revelación de tipo divino y de pronto, ¡pum!, supe que se llama Luz. Fue de estas cosas que no te explicas, porque no era un nombre que nunca hubiésemos tenido en la cabeza, ni nada esperado… pero desde el día de la revelación, supe que ése era su nombre, inamovible.
Aunque desde el principio supuse que esa certeza tenía que llevar detrás una razón de peso, a día de hoy, dos años después, compruebo con euforia que la razón se materializa cada día, cada segundo que Laniña está despierta: irradia vida, alegría y calorcito por donde quiera que va ❤️
El tiempo pasa muy rápido. A veces, demasiado. ¡Felicidades!
Me gustaMe gusta